
Me mirabas con aquellos ojos, y yo no podía negarte nada. Esos ojos eran peligrosos, flotabas en ellos y al siguiente segundo te podías ahogar en ellos. Cada vez que tenia tan cerca tu boca no sabia si me ibas a comer o a besar. Al final nunca pasaba ninguna de las dos cosas. Aunque me daba igual, era joven, le daba tiempo al tiempo. El tiempo se volvió negro, como sus ojos, y azul, como la mecha de su pelo y el tiempo se detuvo.
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